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5 de junio de 2014

Toda semilla tiene un tiempo...

Persephone, Kris Waldherr, sf

Las últimas semanas han sido de aquellas en las que cada día te dices "ya queda menos", a pesar de no saber ni "cuánto queda" en realidad, ni en qué condiciones estarás cuando acabe. Uno de esos momentos en los que puedes ver claramente el sol iluminando el valle de enfrente, pero sobre tu cabeza pasan, muy, pero muy lentas las nubes de tormenta. 
En el pasado, me entrenaron para fingir que no existían las malas épocas, lo cual me parece un gran error. Puedo conceder que, a la luz de algunas consideraciones de la fe o la razón, las malas épocas no existan; sin embargo fingir es un ejercicio que siempre hace más mal que bien, y en este caso simplemente indicaría no entender nada. Así que hablo de malas épocas, y todos sabemos de lo que hablo. Estamos prácticamente a las puertas del verano, y esto permanecer en retiro parece dejarnos fuera de lugar: "No es lo que toca...pero es lo que hay". 

Y lo que hay, es lo que debe ser. No porque nos conformemos, sino porque además de los cambios estacionales, cada uno de nosotros posee ritmos y ciclos propios que también es nuestra tarea conocer, compreder y aprender a respetar. Es la parte del conocimiento que el Mundo no nos puede dar, porque reside en nosotros mismos, sólo falta aprender a escuchar. Y así, mientras no hacía nada de lo que quería hacer porque otras obligaciones me lo impedían, como una ficha aparentemente apartada del tablero, resulta que algunas piezas sueltas que tenía en la cabeza se han ido poniendo en su lugar, lo cual será de lo mejor que me lleve - a pesar de todo- de este momento de mi vida. 
Otra cosa que ha sucedido en estas semanas me han llegado respuestas, a preguntas que hice  hace años. Sé que eran buenas preguntas porque no ha importado cuánto tardara en llegar la respuesta, aún después tantos años tenía sentido saber aquello. Como buscadora por naturaleza (acerca de los roles arquetípicos escribiremos otro día), es comprensible que gran parte de mis "siembras" hayan sido preguntas, o simplemente cosas que quiero saber. Otras personas sembrarán el deseo de una pareja, de una habilidad determinada, de una estabilidad material, etc.

Aunque todos tenemos una lista casi interminable de cosas que creemos que deberíamos "tener", si hacemos un análisis más profundo del asunto nos daremos cuenta de que en realidad ya tenemos aquello que es más importante para nosotros. No sólo en en ámbito mágico, sino desde cada aspecto de nuestras vidas, incluido por supuesto el inconsciente, imponemos nuestras prioridades a la hora de hacer las elecciones que trazarán nuestro camino en la vida. A partir de aquí podemos deducir dos cosas, la primera, que siempre será más fácil atraer algo que tenga sentido para nosotros, y la segunda, lo importante que es a nivel práctico trabajar sin máscaras, conscientes de las ideas que albergamos y las emociones que nos mueven. Y esto es, en gran medida a lo que nos referimos a la hora de hablar de los "procesos bajo tierra". Cada semilla tiene su tiempo, que escapa de nuestro control; sólo podemos decidir qué sembramos a cada momento, sin saber nunca cuando o en qué condiciones recibiremos sus frutos.

Decía al principio del post que tratar de fingir es siempre una mala idea, porque tarde o temprano aquello que tenemos por dentro, ya sea bueno o malo, admirable o execrable, acaba saliendo a la luz. Puede que lo haga en forma de reconocimientos externos, o simplemente a través de felicidad; y a la inversa, también puede que no sea denunciado o castigado, pero se manifestará en forma de una vida desgraciada.  Y al escribir estas cosas no me refiero a lo que puede ser un acierto aislado, un golpe de suerte o una equivocación de las que todos hemos comentido alguna vez (nadie es perfecto); sino a sentimientos e ideas largamente acunados, fomentados bien por haber sido cuidados con esmero, o por haberse dejado proliferar por negligencia.  
La paciencia es una de esas virtudes que se me escapan,  pero si en algo me han servido estas semanas de "mala racha" es para darme cuenta de que todo llega, y, si es importante para nosotros, nunca es demasiado tarde para darle la bienvenida. Una y otra vez nos encontramos con los frutos de las emociones, las ideas, los esfuerzos que sembramos en algún momento de nuestra vida, ya sea cercano o lejano. Por lo tanto, si actuamos conforme a nuestros principios, poco habrá que temer del futuro. Lo que tenga que salir a la luz, de nosotros, o de los demás, ya saldrá... No puede ser de otro modo.